jueves, 14 de octubre de 2010

Campamento Romano: Emilio R. R. & Juán F. M.

Uno de los apartados más sorprendentes del sistema militar romano es el campamento. Los romanos montaban su estrategia en base a los campamentos fortificados que albergaban sus legiones. Sus campamentos de invierno o en época de paz eran semipermanentes, construidos de madera y argamasa si eran campamentos eventuales o de piedra si eran campamentos permanentes. Muchos de estos campamentos crecieron hasta convertirse en ciudades, como por ejemplo nuestra española León.

Pero lo verdaderamente sorprendente eran los campamentos que los legionarios construían al final de cada marcha de 30 kilómetros o más. Un completo campamento fortificado que era destruido al día siguiente, antes de volver a iniciar la marcha.
En primer lugar se buscaba el lugar ideal. A ser posible una gran llanura con agua cerca. En segundo lugar, un centurión experto en topografía trazaba el rectángulo perfecto (si era posible por el terreno) que habría de contener el campamento ayudado por un instrumento topográfico llamado groma y marcaba con lanzas la posición de las tres avenidas principales del campamento.

Una parte del ejército se colocaba en línea de batalla frente a la zona por la que podría aparecer el enemigo mientras la otra mitad de los legionarios cavaban un foso de 4 metros de ancho y 3 de profundidad con forma de V. La tierra extraída del foso era apilada formando un terraplén cubierto en su parte frontal por porciones de tierra con hierba, ya que así permanecería compacto, formando así el famoso agger et fossa.



Había tres tipos principales de campamentos de campaña:
El primero es el campamento de marcha en una zona segura, con un pequeño foso y terraplén.
El segundo es un campamento de marcha frente al enemigo. El foso y el terraplén se han agrandado
El tercero es un campamento de asedio prolongado con murallas formadas por dos muros de piedra con el espacio interior relleno de cascotes. Este fue el tipo de campamento construido por Escipión en el asedio de Numancia, donde se destacó el joven Mario.
Una vez levantado el terraplén, los legionarios clavaban en lo alto las estacas que llevaban atándolas entre sí, formando una sólida empalizada.
 A medida que eran levantadas las defensas, las unidades iban entrando en el campamento y montando las tiendas ordenadamente. Cada tienda se montaba siempre en el mismo lugar como si de una ciudad se tratara, con calles y plazas. Cada ocho legionarios tenían una tienda de cuatro plazas, ya que la mitad del ejército siempre estaba de guardia. Las tiendas se montaban dejando un espacio con el terraplén de unos 30 metros para mantenerlas alejadas de proyectiles lanzados desde el exterior.



Aunque los romanos seguían al pie de la letra la máxima espartana "Que sean los hombres los que defiendan los muros y no los muros los que defiendan a los hombres". La ventaja táctica de las legiones estaba en el combate en campo abierto, aunque estos campamentos les proporcionaban una seguridad que no conoció ningún otro ejército en campaña en la antigüedad o en la Edad Media.
Un campamento romano podía albergar una cohorte, una legión o un ejército entero, dependiendo de su tamaño. Si el campamento era montado para permanecer por tiempo indefinido se sustituían las tiendas por barracones y la empalizada de estacas por una de troncos, además se construía un Valetudinarium u hospital e instalaciones como talleres, carpinterías, herrerías, establos, etc. y se mejoraban las defensas con torres de dos o tres pisos en las esquinas y lugares estratégicos. Si el campamento a construir fuera a ser permanente toda la estructura, edificios y murallas serían de obra a base de piedra, ladrillos, argamasa, etc.
 En el año 70 d.C el emperador Vespasiano desmontó el dispositivo militar romano en España. La Península Ibérica, que había resistido durante dos siglos la conquista romana, se había adaptado perfectamente a la nueva situación (los romanos decían que los españoles habían sido los primeros en ser invadidos y los últimos en ser conquistados) consiguiendo un altísimo grado de romanización. Por ello, de las tres legiones de guarnición permanente, tan sólo una quedó en nuestra patria, la Legio VII Gemina. La Séptima Gémina fue trasladada al  noroeste de España cerca de las minas que abastecían a Roma de oro. Los legionarios de la VII Gémina construyeron un campamento permanente y se acantonaron para efectuar su servicio de guarnición lo más cómodamente posible. Al poco tiempo, las mujeres de los legionarios (estaba prohibido casarse durante el servicio, pero siempre se hacía la vista gorda) llegaron para instalarse junto a sus maridos y se levantó una aldea para las mujeres y los hijos, y para los padres, y para los primos y para los cuñados... ¡y hasta para las suegras!. Una población de más de diez mil personas entre soldados y civiles atrajo rápidamente a comerciantes, artesanos, funcionarios (de éstos no nos libra nadie), médicos, etc. Y así, alrededor del campamento fue creciendo una auténtica ciudad. Esa ciudad hoy lleva orgullosa el nombre de León, una derivación fonética de "Legión", una ciudad que muestra orgullosa su milenario pasado como prueba viviente de la Fuerza Creadora de Roma. Por toda Europa, África y Asia hay decenas y decenas de ciudades surgidas de un campamento romano. Casi todas ellas aún conservan en sus milenarios trazados las vías que señalizaron su urbanismo. El legado de Roma es un legado eterno, atemporal, muchas veces invisible a nuestros ojos, pero siempre presente hasta en la forma de una calle o la situación de una plaza.
 Para los que queráis contactar con éstos fantásticos artistas lo podréis hacer en nuestro Salón del Cómic donde expondrán sus trabajos o en la siguiente dirección de correo: juan.anibal01@gmail.com

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